Sábado, llamado de nuestro amigo Oscar a medio día:a 200 mts de mi casa hay un incendio forestal que amenaza tu campo... desesperación, rabia y miedo... En sólo una hora decidimos viajar... el viaje que regularmente dura 14 hrs con las niñas, duró solo 11 hrs... hice 500 km en 3 horas y 30 minutos. Siempre, siempre me toca la ruta del Malleco, es hermoso, pero de noche es difícil, generalmente hay neblina, y con el sueño acumulado por falta de siesta, se hace muy pesado.
Sin embargo, una vez en el paraíso y ver los efectos del incendio, y ver tanta gente trabajando para apagarlo, me devolvió el espíritu al cuerpo. El viento, gracias a Dios, sopló en dirección contraria y sólo se alcanzó a quemar (coincidentemente) la parte plana del predio vecino, donde sólo había espinillo (qué cosas ¿no?)...
Lo rico de estar una semana más, es que mi cuerpo se purifica, mis poros se limpian, mi respiración se enlentece, el cielo me bendice con su lluvia, y los amigos nos deleitan con su compañía, amistad y asado con unas piscolitas.
La vida es grata allá, hay mucho viento, pero también hay sol y lluvia y nubes hermosas y árboles, y verde y no smog... bueno, esta vez si... con las cenizas de las plantas quemadas... una pena al ver tirados en el suelo mi Arrayán y Ulmo favoritos, fue muy triste, pero al menos todo lo que hemos trabajado sigue intacto.
Había poca gente pese a ser época estival, harto tráfico (como siempre), pero nada comparado a la mugre de esta ciudad... ayer, con el apagón me demoré dos horas en llegar a Apoquindo, y una hora más en llegar a mi casa... Sentí el peso de la soledad, mi marido y mis niñas no están conmigo y subir 20 pisos con mi mochila de 8 kilos fue todo un reto... No poder comunicarme con mis padres, ni con Álvaro fue terrible... el silencio en casa, no poder cocinar, ni tomar agua, la ciudad cayendo gradualmente en silencio, en una oscuridad que resulta antinatural... me hace replantearme un escenario apocalíptico y que, definitivamente, no debo estar aquí cuando ocurra.
Dormí a saltos, soñando con un email de la Marce diciendo "Estimados, no hay agua en la Torre, quédense en su casa"... hubiese sido perfecto, hasta que sonó el despertador a las 6.10 am... a levantarme, tomarme las asquerosidades de remedios para la anemia y darme cuenta que aún no había agua, que la alarma de seguridad nunca se reactivó, que mis llaves seguían puestas donde las dejé... Ahhhh... en mis tierras podía levantarme a las 7.30, tomar desayuno rico... un pancito tostado en tostador con mantequilla y un café calentito... pero no... bocinazos como siempre, el camión de la basura... ahhhh... qué fea vida la de un ser humano en esta ciudad. El estrés te deshumaniza, te convierte en un "ente", en un organismo pseudo inteligente que sólo consume oxigeno e intenta producir su día a día, mientras vive en la cacofonía y en lo sucio y feo de una sociedad cuyos habitantes le han perdido el respeto al resto de sus conciudadanos. Gente odiosa que mete ruido, que deja basura, que raya las fachadas, que fuma porquerías... ahhhhh... falta poco, falta poco... falta... poco.
Menuda vieja en que me estoy convirtiendo... me estoy transformando en una queja con patas, no tengo ganas de nada... puro blah, blah, blah... así que a esperar hasta el 21 para ir de una pasadita a buscar a mi familia y luego retornar por última vez a esta ciudad.