lunes, 14 de abril de 2025

335ta Entrada, Andante: Prodigal, Porcupine tree



Siento mi mano izquierda dormida, se ha hinchado y molesta... abro un ojo y aflojo mi reloj... ¿qué hora es?... 3.55 am... cierro los ojos y me duermo nuevamente... se escuchan unos pasos, siento algo apoyarse al lado mío, algo húmedo me hace cariño, ella necesita salir a hacer sus asuntos, pero su padre, acostado mi lado, es inmune a su sutil llanto, jadeos y coletazos contra las paredes y muebles.

Todos los días, de lunes a domingo... así es el dormir... y despierto, últimamente, como si me hubiere pasado un camión encima. Cansancio, letargo y sueño... me cuesta conectarme a la rutina, mi mente divaga en las nubes, el frío atormenta mis extremidades, haciendo que sea aún más difícil sobreponerse a esta constante falta de energía.

Me duele el cuerpo, me late el cerebro, se me cierran los párpados, me molesta el ruido, me arden las entrañas... una sensación de intenso desagrado, como si mi cuerpo se volviera de arena... arena hirviente, llena de piedras... arena que duele cuando la tocas, arena que se derrumba.

Algo dentro del ether se contrae, como si de un títere se tratara, la música ya no me llena, el silencio no me concentra, corremos en la rueda tratando de atrapar el aire que se escapa de los pulmones... buscando humedad en esta ciudad de cemento, ladrillo y cal... necesito el aire, necesito el viento, la lluvia y la tierra mojada. Esta jaula de vidrio me hace sentir atrapada en una espiral que me sumerge en la nada, el aturdimiento, la desidia y las ganas de abrazar el sueño eterno... cruzar el mar de la mano de Caronte, hasta que mi corazón sea puesto en la balanza y sea condenada a reencarnar en esta tierra... en otro tiempo, sin nada, como nueva pero sin experiencia, sin consciencia. ¿Los volveré a encontrar más allá del abismo? Nadie lo sabe, ni lo sabrá, pues será silenciado, y condenado a lo que sea que sea la vida en este plano