En el instante en que el cielo recupera su azul intenso, en el momento que la voz sale de la garganta para pronunciar una oda a la belleza que la rodea, cae desde el mundo de las ideas el recuerdo de una mirada insensata e infame. Su silencio fue la prueba de la mentira, pero también reveló su corazón, que escondido en las penumbras de las proyecciones rotas surgió en llamas de hielo atravesando el cerebro y rompiéndolo en miles de fragmentos.
¿Qué quieres corazón? gritó en silencio, y pude ver sueños devorados por el egoísmo y por el hambre de la traición... el orgullo reclamó el sentimiento perdido, su inmutable fe de que podía cambiar las cosas se desvaneció. En ese instante, el orgullo bajó las manos y renunció a sí mismo, se perdió en el brillo de aquellos ojos que descarados mentían, cerró la puerta tras de sí y saltó al vacío sin cuerdas ni amarres, una estrella en el cielo extinguió su luz, un ser humano ha perdido el sueño de su orgullo.
Durante las noches los oídos le traicionan, mientras duerme recuerda su voz diciendo la verdad, dándole la razón, regalándole el motivo que por tantos años buscó para deshacerse del lastre que oscurecía la mirada, que entristecía el alma... nunca pensó que dolería tanto, nunca pensó que así sería. Este asesinato cobró la vida de una esperanza mal fundada, terminó con el forzoso deseo de arrastrarse por las duras piedras de la frustración y del deseo sin pasión... de una vez por todas podría sanar y dejar de sangrar, solo bastaba el estoque final y vino de una voz inesperada. "Que Dios se apiade de sus almas y de la mía" pensó, y no fue capaz de regalar una lágrima a este pensamiento hasta hoy.
Una estrella se quedó sin luz, estuvo demasiado tiempo consumiéndose, ya era hora de desaparecer del cosmos, era hora de sumirse en la oscuridad y el olvido. El sol observó su partida, le regaló el don de la lluvia, la vio fenecer y en su honor brilló más que nunca, acarició con cariño las montañas recién nevadas, tomó de su mano y le ayudó a subir, no le permitió rendirse.
El corazón latía incesante y desbocado, como un loco que pierde las cadenas de la inconsciencia y se da cuenta de la realidad, no se atrevió a mirar a los ojos del Sol, demasiada soledad le abrumaba al centro del universo, ¿no querría él compartir con ella su karma? la respuesta nunca llegó, pero Él estuvo ahí, la abrazó y luego caminó lejos... ella sintió su pérdida y en una urna se encerró con la esperanza que algún día el Sol nuevamente acariciara su rostro y sus labios con su mismo deseo.
Ya no hubo vacío, la estrella murió y el corazón se perdió en su letargo esperando las manos y labios que con amor le recordaran el calor del Sol. Se sentó en su cama y comenzó a escribir estas palabras mientras escuchaba "las estrellas mueren".
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