Encontré la esperanza en una de sus canciones, una melodía sin
palabras me regaló una sonrisa y un anhelo, me devolvió mis alas para montarme
sobre el lomo de mi imaginación y volar… volar y acariciar los ríos helados,
saltar entre los árboles libremente conversando con el susurro de las hojas.
Me entregó la mirada del Sol y él me abrazo con su inmensa ternura… como adoro mirar esos ojos
que me evitan, Sol que se escabulle tras las montañas para charlar a espaldas
de la Luna.
Escuché esa canción y recuperé mi alegría, llenó mi alma y
sentí que todo recuperó su infinita luz maravillosa, sin miedo a la vida, sin
miedo al tiempo, sin miedo ni sufrimiento.
Vuelo alto, tan alto que ni las serpientes ni las fechas podrán tocarme.
El destino tiene distintos avatares, la música es una de ellas.
Muchas gracias.
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