miércoles, 20 de febrero de 2013

114va Entrada, Andante: Let it be, John Lennon

Hablando en serio... cual es el valor de las palabras... ¿es solo la comunicación? Me pregunto como percibir de mejor manera el mensaje real, el mensaje que subyace de lo comunicado... El valor de las palabras está ligado a las acciones, en la medida que seas o hagas lo que dices, eres confiable y la confianza es un tremendo valor para la interacción humana.

De la confianza y la fidelidad:

Desde ese punto de vista, el respeto y la confianza se convierten en valores trascendentales para mantener relaciones humanas, donde el tiempo es prescindible y lo que prima es la calidad de los encuentros sociales.
En el evento que se establezcan lazos afectivos más profundos, entre un hombre y una mujer, debe primar (en teoría) la libertar de acción, sin establecimiento de límites. Este postulado me lleva a cuestionar el valor de la fidelidad, ya que los sentimientos pueden estar dedicados a una o más personas, y al tener esa "libertad" puedo interactuar libremente en planos íntimos con cualquiera, esto bajo el precepto de que no hay "monogamia" en las relaciones, simplemente libertad... pero esa libertad no coincide con el estereotipo social de lo que debe ser una relación, esto puede ser juzgado y cuestionados a nivel social.

Por lo tanto concluyo que la fidelidad es relevante solo en un plano social, ya que conlleva al ordenamiento, sin embargo, se transforma en una limitante para el desarrollo de emociones y sentimientos.

De las palabras y los actos:

La comunicación comienza en el estimulo que un algo emite y que los seres vivos a través de sus sentidos convierten en información para la toma de decisiones. Estas decisiones pueden traducirse en un acto o su omisión, una palabra, o cualquier reacción, la cual constituye un feedback para otro ser vivo o en una reacción por parte de la materia (aunque sea a nivel atómico), pero siempre hay una reacción. Los seres humanos medimos esos estímulos y los catalogamos como negativos, neutros o positivos.

Por lo tanto los actos son anteriores a las palabras, sin embargo, su medición, calificación, segmentación (etc.) depende absolutamente del ser humano y de su percepción y observación de los actos.

Del deseo y el miedo:

Muchas veces deseamos actuar de cierta forma pero reflexionamos en una micra de segundo nuestro "actuar" porque aprendemos a considerar la emocionalidad o el impacto que tendrán nuestros actos en los individuos a quienes estimulamos. Pero pocas veces consideramos el impacto en nosotros mismos de nuestros actos, comunicar algo debe ser considerado un compromiso acerca del comportamiento que tendremos, eso otorgará confiabilidad y asentará las cosas para establecer relaciones más íntimas.

Cuando establecemos relaciones íntimas olvidamos esta reflexión sobre los impactos, explícitos o tácitos, que tendrán nuestras acciones. Por ello el feedback que nos otorgan los que han sido estimulados producirán respuestas positivas, neutras o negativas, las cuales nos permite identificar gustos y disgustos. Ante los estímulos negativos surge el miedo, ya que una respuesta no favorable conlleva a la frustración, la frustración al cansancio, y el cansancio al aburrimiento, lo cual finalmente acabará con las afecciones que pudieron ser desarrolladas; a menos que, a costa de sacrificio emocional seamos capaces de forzar situaciones que terminarán por generar un alto costo emocional y un alto nivel de incertidumbre e insatisfacción.

Por lo tanto, si uno desea o no hacer algo debe hacerlo,  lo importante es satisfacerse a uno mismo, y dejar de evaluar constantemente si el estimulo recíprocamente es positivo, neutro o negativo.

Conclusión:

En definitiva, vive y deja vivir... hay que dejarlo ser.



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