Días fríos y tristes, el cielo enrojecido de vergüenza, pareciere que sus lágrimas caerán en cualquier momento... un viento helado acaricia mi mejilla suavemente, los árboles se mecen en silencio, no pueden evitar el frío, sus hojas se queman lentamente como cada segundo que el oxigeno pasa por los pulmones.
Las cabezas se mantienen cabizbajas, pegadas al pecho desesperadas por retener el calor de sus cuerpos.
Abro la puerta y alguien me abraza. Me fundo en sus brazos, me sumo en su aroma, me empapo de su alegría, es mi luz en la oscuridad. No es necesario pronunciar palabras, en sus ojos encuentro todas mis respuestas, como dos almas perdidas en el tiempo.
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