Hace frío, el cielo está rojo, solo algunas luces están prendidas en los edificios vecinos. La luna descansa serena sobre el perfil de la cordillera. Es hora de salir de la cama, suena terrible el despertador aunque su melodía sea agradable. Un brazo me atrapa y no me deja ir a la ducha, me dice que me ama y que quiere que nunca me vaya de su lado. Yo no me puedo negar, 10 minutos más de calor entre las sábanas.
Nuevamente el despertador suena, y ya no hay vuelta atrás, es hora de levantarse. Beso los labios del hombre que duerme a mi lado, me quito la ropa y entro al chorro de agua tibia. Al salir, mi cuerpo se enfría y tirita, me acurruco solo unos minutos junto a "Mi Sol y Mis Estrellas", recupero el alma.
Salgo de la cama, elijo mi vestuario. Beso los labios de mi amado, le digo que lo amo para que no lo olvide mientras me alejo y cierro la puerta.
¡Cuánto deseo quedarme acurrucada a su lado!
Pero ya es tarde, y debo salir a laborar.
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