jueves, 20 de febrero de 2014

172da Entrada, andante: Je veux, Zaz



Hace un tiempo que no escribo, mi tiempo ya no se desvanece en palabras, se vive en cada respiro... salvo en aquellos momentos en que vuelvo a estas cuatro paredes, es como entrar a un templo que ha sido profanado, un lugar donde sientes ecos que no son los tuyos, extrañas los seres que solían protegerlo y que hoy yacen enterrados bajo él.
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De alguna manera estos ángeles me recuerdan la soledad y sus días entre estas cuatro paredes, sin más que ellas mismas y las rejas que delimitan el mundo. Las personas que aquí habitan sufren males de memoria y de mal humor. Yo sé que queda poco, pero quiero de todo corazón mi templo, mi espacio. Quiero poder sentarme tranquila sin miedo a que abran la puerta sin mi permiso, sin que me califiquen de una forma u otra... quiero mi espacio para resguardar mi tiempo y dedicarlo a las cosas que he dejado de lado.

Quiero mi templo para escuchar mi música sin restricciones, sin preguntarle a alguien si le gusta o no, donde no tenga que esperar un llamado para dormir ni despedirme, un lugar para dibujar hasta que se acabe la tinta, escribir hasta que mis dedos duelan o leer hasta que los ojos ardan de cansancio... quiero mi templo para cuidar de mi cuerpo como se debe, un lugar al que escapar después del trabajo, un lugar donde no tenga que verle la cara a nadie y pueda correr descalza y desnuda... un lugar para esconderme del mundo, resguardarme del frío, y vivir la calidez de mi propia elección.

Deseo vivir mi libertad, respirar, pensar con libertad, amar y morir con la mano en el corazón.

Quiero, y lo quiero ya.

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