Comenzó la contienda esperada entre los parámetros de lo que debe ser versus lo que se vive... es verdad que en el mundo de la auditoria, uno desarrolla expectativas respecto de límites y metas comparables... "las cosas están bien si son similares a las expectativas y a los estándares ya conocidos". Pareciere que este principio apela a todos los ámbitos de la vida, así nunca sabré si es lo que en verdad deseo si siempre estoy comparando mi vida con los parámetros y experiencias de alguien más. No es que sus vivencias sean inútiles, pero no son las mismas realidades, no tenemos las mismas expectativas, ¿Por qué no puedo vivir mis actuales libertades?
De un momento a otro tuve que aceptar la racionabilidad, la había dejado de lado en pos del disfrute diario, sin pensar en consecuencias ni detrimentos, tan solo en el gozo de vivir la vida como quisiera vivirla, temiendo a veces encontrarme entrampada en estos paradigmas de los estándares razonables de una relación estándar, cumpliendo las expectativas de los demás...
Muchas veces me cuestioné si sería el tiempo, los otros o yo misma lo que termine socavando los albores del amor en mi corazón, son delgadas líneas que se desdibujan y los límites se pierden en la inmensidad que guardan las palabras y las acciones, el sueño y algunos ronquidos.
Quise vivir del deseo, pero pareciese que los límites no son los míos, suelo creer que no existen, pero siempre están angostándose en función de rendimientos, expectativas y opiniones razonables ajenas.
Me siento perdida en el ímpetu de la juventud y la locura, y las cuadraturas adultas de la búsqueda de estabilidad patrimonial. Que Dios nos ampare del mundo material y los acuerdos contractuales que establece la sociedad para dar luz a las incertidumbres de la vida.
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