Él tomaba mi mano cuando íbamos al cine, se preocupaba siempre de lo helada que estaba... me acurrucaba en sus grandes brazos, sus ojos verdes me miraban con nerviosismo... sus ojos decían mucho más que sus labios.
Él caminaba con pasos amplios procurando que nadie se me acercara. En las despedidas, me abrazaba de tal forma que me fuera imposible olvidar su perfume, no podía dejar de sentirme suya... de alguna forma quise serlo, por eso atrapé su boca con la mía... quería saber a qué sabían sus nervios.
Él temblaba, y me enamoré de ese recuerdo deseando que fuera alguien más y siendo él a la vez.
Le dejé ir porque temí, temí no tener tiempo para mí y ahora que ya estás lejos quiero sus manos acariciando mi rostro, sus indirectas de reina, sus sueños de un hogar perfecto, sus ojos verdes pidiendo algo más que cariño.
Fuimos por un café al Juan Valdez que queda cruzando la calle Rosario Norte, conversamos de la vida y de nuestros amores... mi amiga tiene una larga historia con un joven que ha sido desde siempre su único... hasta que la vida le regaló una sorpresa, una gota de locura que desde hace dos años se interpone entre ella y su sueño... ¿Es posible amar a dos personas?, le pregunté... y sus ojos se abrieron, como si hubiese comprendido que estaba enamorada de dos personas totalmente distintas... una es el hombre del checklist, el de siempre, el que la ha cuidado y protegido por más de 9 años, el primero... el otro, es el ser en el que piensa al levantarse y al acostarse, es la alegría cuando le envía sus letras, es su estrés permanente, es la música en el alma y es el regocijo del corazón aburrido.
Cuando me preguntó de mi vida, le dije que no sabía qué me deparaba... me encanta un hombre que tiene el doble de mi edad (y un poquito más), hay mucha química y han pasado muchas cosas (menos la que yo desearía). Él me regaló otra visión del mundo, velocidad y una que otra locura... y aunque le de vergüenza de lo que otros piensan de nosotros por besarnos en la calle, yo siento que ha sido maravilloso. He tomado riesgos y cometido algunas estupideces, pero no ha sido suficiente, quizá ya no me quiera o desee, quizá ya no me hable y con esto se lleve un trocito de mi corazón y me duela hasta decir basta... pero le estoy agradecida y le deseo valentía y felicidad para su vida... Ella me miró y me dijo que entendía como me sentía, pero que no entendía como lo dejé ir, y le dije que de eso se trata la vida, el apego y la costumbre socavan las relaciones, si alguien quiere estar contigo "genial", y si no quiere estarlo, duele, pero es su decisión y tu debes permitirle libertad, así como tu debes ser libre y amar a quien te plazca y de la forma que se te antoje, aunque sea en un recuerdo.
Ella tomó su vaso de té, dio un sorbo y se quemó, nos reímos juntas y un montón de canciones comenzaron a sonar en mi cabeza... me contó que el otro había intentado enseñarle a tocar el piano y que ella en su vergüenza no le permitió tomar sus manos. Le dije que no había nada más maravilloso y romántico que tomar las manos de alguien que amas y enseñarle a tocar algunas notas... me contó que la canción que él quiso enseñarle era de una película que ella no había visto... una canción cuyo nombre no recordaba... tomé mi Chino y busqué en Youtube esta canción... sus ojos se inundaron de lágrimas, y los míos las contuvieron... llenos de recuerdos y emociones, cosas que han muerto en el tiempo, pero que al pensarlas te das cuenta que la vida te da momentos maravillosos para siempre recordar... siempre.
Se pasea descalza sobre la arena blanca de la luna, siguiendo las huellas que el universo ha dibujado en su rostro. Sus manos surcan las estrellas y acarician una esfera pequeña a la distancia... y se pregunta ¿por qué estoy en el paraíso y ellos no? Sigue mirando aquel planeta distante infestado de seres cuyos pensamientos y nostalgias le abruman el alma.
Ella, en su espíritu, desea silenciar las emociones que tanto atormentan a esos seres, por ello hace mucho les regaló la música, con el objeto que en su insignificancia ellos escucharan sus pasos distantes, leyeran sus oraciones y durmieran en silencio.
Cuando alguien la piensa, su cuerpo se mueve involuntariamente, porque es aquella música sutil y eterna la que perpetúa su existencia, le devuelve la fuerza y le entrega una sonrisa. Cómo desearía amar tan intensamente como aquellas hormiguitas, cantar como ellas, bailar como ellas... morir como ellas. Es esa angustia de lo eterno lo que socava su pequeña mente, lo que silencia aún más su dormido corazón.
- Algún día - se dijo a sí misma mientras miraba al sol - algún día caminaré en otras lunas, algún día dejaré el oasis de la soledad y silencio. Algún día.
Y así se acunó sobre una llanura fría, se abrazó a si misma esperando que el universo se llevara su esperanza en el tiempo.
La lluvia ha comenzado a caer, su sonido trae recuerdos que enmudecen los pensamientos, reviven imágenes en silencio… te ahogas en su memoria, en sus palabras, sus labios tocando los tuyos con dulzura, sus manos entre las tuyas caminando… su mirada traviesa y esa pregunta que sabías que preguntaría… conocías de antemano la respuesta, pero ninguno tuvo el valor… solo deseo suspendido en el viento… te dejó donde siempre, le diste la espalda y volviste a tu vorágine, sin pausas y sin prisas… pensándolo antes de acostarte y recordándolo al despertar.
Las dulces tragedias de la vida se tejen en el destino y las gotas de lluvia cargadas de recuerdos y sueños perdidos
Mientras más trates de alejarte de tus emociones, más rápido te alcanzan.
No importa cuanto corras, cuanto evites pensar en ellas, cuanto te auto convenzas de que son innecesarias, tarde o temprano te carcomen por dentro, como el óxido a un barco a la deriva en el mar a la espera de hundirse en lo profundo del olvido.
Cuando el miedo azora es cuando adoras la divinidad de la soledad, porque es tu oxígeno el que se consume, son tus ideas las que te mantienen a flote, eres tu mismo con tu fe en quien sea lo que te ata a esta vida de caos... el sol por las mañanas te avisa que estás vivo, y el despertador te recuerda que eres un esclavo... el hacer nunca acaba aunque no hagas nada... aunque la luna llena te consuele, sigues aquí escribiendo o leyendo estas letras, escuchando alguna canción... sigues intentando no pertenecer a este mundo, sigues sintiendo, sigues soñando... sigues evitando tus emociones.