jueves, 1 de noviembre de 2012

101ra Entrada, Adagio: Requiem, Mozzart



Que en la soledad absoluta se consuma tu espíritu, que termine por devorar los últimos ápices de tu alegría. ¿qué es la vida? Oh, señor, pregunto cuando miro al cielo, son esos bellos colores inertes que me rodean, la fugacidad de las brisas, el danzar de los árboles… es todo aquello tan mezquino y ajeno a mi tiempo… la vida es demasiado arrogante para contar con su gracia sin causar amargura a alguien… ¿ley de la vida, oh señor? ¿Tu felicidad es la infelicidad de otro? ¿Y dónde está la plenitud de mi fe? Esta blasfema es igual a tu silencio… somos acaso marionetas con las cuales te diviertes o acaso eres el profesor de esta clase desigual.
Ni las estrellas con su inmensa luz y belleza están llenas de vida, solo luz inerte a lo lejos, fotones distantes que se pierden en el basto universo. En silencio compartimos su luz como si fuera nuestra… como si pudiéramos capturarla con nuestras débiles manos, solo podemos retener su imagen en nuestras retinas y en nuestros cerebros… que ni siquiera duraran por siempre… perecerán y nadie vera lo que vimos, ni siquiera la más bella de las fotografías puede igualar la belleza de aquella imagen porque en nuestra idiotez y arrogancia estamos destinados a creer que podemos tenerlo todo, cuando la verdad es que no tenemos nada, incluso la materia es vacía, estamos llenos de vacío.
Estas emociones no son mías, son robadas, mis emociones se encuentran recluidas en lo más profundo de mi mente, nunca saldrán de ahí, no volverán a lastimarme, no volverás a mirarlas… no eres digno… dignidad… la vida diga… no es más que un concepto preconcebido, pre – aceptado que nos lleva al orden social, sin embargo no sirve de nada… pronto colapsará y yo no estaré ahí para contemplarlo…
Lejos de todo, incluso de mi cerebro… lejos

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