Las palabras se deslizan por mis dedos, alimentadas por la fantasía y el deseo de purgar esta agonía incesante de pensamientos. Mientras mi mente vaga en los fiordos del sur y los atardeceres oleosos, el brillo de tu mirada es todo lo que queda en el reflejo. El murmullo de la gente asfixia el cantar de las hojas de los árboles, mientras la soledad me acompaña en mi travesía a través de la ciudad.
Esa superficialidad que inunda las almas parece enrocar las ideas y debilitar mi determinación… sin embargo, no hay nada más fuerte que el ímpetu de vivir la vida que quiero vivir, quizá solo falte aprender la verdadera humildad y resignarse a la resignación… aceptar que tengo que darle vida a los sentimientos muertos, y tener el coraje de hacerlo.
Todo está listo para la función, solo queda resolver la ecuación para oir reverenciar al público. Las estrellas miran jactanciosas y frías en las noches de verano, contemplan el morir de los segundos desde la vida eterna, para ellas somos títeres del destino que, dentro de la razón, añoramos la inmortalidad para abandonar nuestros miedos.
Los ojos cansados contemplaran cerrados el último de los atardeceres, con un suspiro contaran la historia de la tierra y de como olvidó su humanidad. Las manos volverán a la tierra, podremos ver el mar, construiremos en nosotros mismos la espiritualidad… para aquellos que sean lo suficientemente valientes para enfrentarse a si mismos y entregar su sabiduría a los demás. El descanso quedará pospuesto para las noches de invierno, navegando por los ríos congelados de la soledad eterna y el silencio absoluto.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario