A veces siento que tengo muchas tristezas atoradas a medio camino entre mi cerebro y mi alma, es que a veces la melancolía me invade y me siento culpable, culpable por mi egoísmo humano, por vivir mi vida y dejar a algunos amores importantes en el camino.
Mi Popea, mi mejor amiga tantos años… Mi Rosita… mi Nuky, mi Nina, mi Klauss… tantos amores que dejé en el camino, mientras yo armaba mi vida y hacía mis cosas.
Gurkha y Martina me acompañan ahora, y a veces siento que no les doy todo lo que ellos necesitan, ¿soy egoísta al tenerlos en nuestro pequeño departamento? Ya casi no les tengo espacio, no les dedico mucho tiempo, y eso me apena mucho. Por eso, cada noche antes de irme a dormir los abrazo y les hago cariño mirando las luces infinitas de la ciudad. Vivo ese momento y los guardo en mi memoria donde espero perduren para siempre.
¿Qué será esa magia que tienen los animales para meterse tan dentro del alma? ¿Por qué duele tanto recordarlos? ¿Por qué los añoramos con tanta fuerza? ¿Es esto el verdadero amor?
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