Las cortinas bailan con la suave brisa de la mañana, salen al balcón en un lento vaivén. El sol se asoma lentamente por la cordillera, acaricia las ventanas intentando entrar a la blanca habitación donde sus brazos me abrazan y envuelven protegiéndome de la frescura del amanecer. Abro los ojos lentamente, evito pensar en la realidad que envuelve al día lunes... los fines de semana son muy cortos.
En un susurro, los buenos días parecen más que buenos días.. es un perfecto día.
Sabemos que nos enfrentaremos a un día tedioso que transcurre a saltos frente a la pantalla de un computador, pero la mejor recompensa es que después del trabajo, nos veremos aunque sea por una hora... una hora perfecta.
La fe es una cosa rara que poseen algunas personas, a veces es tan fuerte e intenso el link que tienen las personas y su Dios que me hace sentir desvalida ante la vida y los vaivenes del tiempo... porque en mi mente Dios es un ser que hizo y que dejó todo listo para que los seres humanos en su libre albedrío aprendieran lo que él considerara necesario.
Dios ha sido esquivo, mi salud ha estado bastante debilitada... creo que es por mis deficiencias alimenticias y mi sobre estrés personal al que me someto por considerar muchas piezas en el ajedrez, no quiero perder pero tampoco sé si quiero ganar, más bien qué quiero ganar... me encuentro jugando las piezas de la vida con liviandad y poco entusiasmo. Algunas astillas han aparecido, pensamientos sombríos que no logro entender el origen... es como si otro alguien me hablara desde mi cerebro, instigando a pensar que la vida no tiene sentido y que todo sería más sencillo si todo acabara ahora.
No es que sea infeliz, al contrario... tengo a mi lado al mejor de los hombres, su mirada es mi deleite y en sus brazos encuentro la paz que siempre he buscado, no es que me vaya mal en el trabajo tan solo que ya no me gusta, no quiero ser un profesional que viva solo para trabajar... no es que mi familia no me ame, es que el tiempo es escaso y no puedo darle atención porque quiero construir mi vida con las herramientas que me han entregado... no es que no tenga amigos, es que siento que hay siempre un abismo de tiempo y espacio entre nosotros.
A veces quiero llorar y escuchar a esa voz que me dice que las cosas no tienen sentido, porque ese Dios trabaja solo si lo alimentas de deseos y sueños apasionados... solía ser apasionada, solía vivir con mis convicciones, creer en mi misma y mis habilidades, pero la vida da vuelta todo, la cultura del trabajo ha logrado corroer las entrañas de mi confianza... y me siento perdida sin deseos, sin claridad, sin pasión por la vida, sin admiración por la belleza, sin música... sin vida... vivo de la inercia... no es malo, pero sabe a abulia... sabe a incapacidad de gozo... sabe a obligación...
Hace años que caí en este trance de desencanto. Cuando estoy con mi Álvaro, mi cerebro y mi corazón recobran la esperanza y la fuerza, pero cuando me alejo me invade la soledad, anhelo estar cerca de él para que mi día brille de nuevo... es un amor totalmente excepcional, un sentimiento nuevo al que le temo por la dependencia que genera... he aprendido que el amor debe ser libre sin dependencias... pero son sus ojos brillantes y sus apretados abrazos los que me recomponen y ponen todas las piezas rotas en su lugar... siempre le doy las gracias, aunque él no quiera, porque agradezco las cosas buenas de la vida, él llego en el momento preciso para salvarme con deferencia de la apatía y el apoltronamiento.
Quizá producto de esta gandulería es que sueñe con mi Popea. Ella vino a verme a mis sueños, la vi sentadita de cara al sol del amanecer cerca del parque araucano... jadeaba como de costumbre y sus ojos cafés me miraban con dulzura y una tranquilidad inigualable. Me acerqué como siempre, acaricié sus orejas y su pera, ella me devolvió el cariño lamiendo mis manos como solía hacer, caminamos por el parque al amanecer... me hizo entender que ella caminará a mi lado... aunque las sombras y el mar agitado y turbio azoren mi alma.
Es curioso lo que siento, una especie de adormecimiento esperando el mundo perfecto... mientras llega me seguiré diciendo: "todo estará bien".