Ese
doloroso sentimiento cuando te das cuenta que pasas a ser un número más, una de
esas caras vacías que caminan por inercia al metro… porque cuando te creías especial
la humillación de los años te hace entrar en razón… te demuestra que no eres
nada mejor, nada del otro mundo… nada especial… aquellos talentos que añoraba,
mi carácter fuerte… todo domesticado bajo el yugo del sistema… sin dinero no se
es nada, si sin ser nada no puedes cumplir tu sueño… como desearía huir de todo
esto, incluso de esta vida… este sistema, este planeta, esta dimensión… esta
escuela que hiede a perdición.
Muchas
veces me pregunto por mis valores, me miro y soy un monstruo escondido bajo la
piel de oveja, soy realmente un ser terrible, que aún no se domina a si mismo
ni es lo suficientemente inteligente para usarlo en su provecho… el silencio,
el maldito silencio como lo amo.
Y así
vuelan las horas, ni se sienten cuando no las consideras, son eternas cuando
menos lo necesitas… este cerebro se seca y se convierte en otro del montón,
siento que no le queda talento, que no le queda nada de lo cual sentirme
orgullosa y única… siento que no queda nada en mi cerebro que sea especial…
siento que he perdido mi sabiduría… solo la cordillera me consuela…