Como explicar lo que se siente cuando lees “lemon” o “smut”… esos pensamientos tan íntimos y sensuales que el lector omnisciente goza y que gracias al don del escritor se meten bajo tu piel, la eriza, te hace sonreír, hace que te sientas vivo, hace que absorbas el placer de su mente directamente en la tuya, exalta tus sentidos, te pone las mejillas coloradas de la vergüenza y ansia ajena, como un polizón cualquiera observando la intimidad de personas ficticias, con caricias, pensamientos y sensaciones ficticias, las que, sin embargo, se escabullen en los poros de tu propia piel, haciéndote desear estar en los cuerpos que interactúan en historias llenas de caricias y sensaciones hechas de meras palabras.
Mientras lees y te pierdes en la realidad dibujada en cada párrafo, en cada verso, en cada diálogo, tu debes mantener siempre cara de poker, intentando que ese mundo exquisito que estás viviendo en tu interior, no sea descubierto por nadie. Cualquier gesto podría delatarte, aunque por dentro estés gritando o gimiendo con intensidades que jamás podrás experimentar.
Entre esas letras te encuentras a ti mismo, mientras renuncias a tu propio ser. Es como si la mente se trasladara a otros cuerpos, a otros espíritus. Exaltando eso que jamás harías, pero que vives en carne propia después de cada coma, después de cada punto.
Más te sumerges en estas historias, menos real parece el mundo, más abstracto es el diario vivir, más parece una ilusión. De alguna manera hay que tener un corazón fuerte para no anhelar esas vidas y desear disociarte de la tuya.
Pero si no te atreves a vivir de una forma desenfrenada como los personajes de estas historias, siempre puedes escapar de la realidad de la mano de la creación de otra persona, que escribió para sí, pero que en sus palabras terminaste por descubrir tu verdadero yo.