viernes, 10 de febrero de 2017

187ma Entrada, Adagio: Le Moulin, Yann Tirsen, BSO Amélie



Son las 8.51 de la mañana, llegué hace más de 30 minutos a la oficina, compré mi latte de siempre en el Starbucks, estoy sentada en mi oficina de siempre mirando como siempre al poniente. Desde el piso 50 se ve todo Santiago, incluso en días como hoy, cuando el cielo está despejado y no hay smog, puedo ver los aviones abandonando la tierra de las falsas ilusiones llevándose el desdén del día a día. También se ven las nubes y todos sus contrastes blancos, grises, rosados, amarillos… un tímido celeste desteñido en el horizonte lejano y un azul intenso en el punto más distante del suelo… y yo aquí espero, no con muchas ansías, la hora para ir a un conference... mientras, juego Candy Crush saga en mi celular y escucho en este computador que escribo: “Le Moulin” de Yann Tirsen, de la banda sonora de la película “Amélie”… y me detengo aquí a recordar mis tiempos de liceo... recuerdo que con mis amigas de entonces soñábamos que podíamos cambiar el mundo, que no existía impedimento alguno para que las ideas, sueños y utopías se concretaran. Pensábamos y reíamos mucho, soñábamos con un mundo positivo, lleno de árboles, libertad, alegrías, "igualdad"… algunas soñábamos estar lejos de las grandes urbes cultivando papas y viviendo de la pachamama… otras amaban esta ciudad y sus sucios rincones ¿Qué será de ellas y sus extraordinarios sueños? ¿Habrán cambiado su mundo? ¿Tendrán las mismas esperanzas que tenían hace ya 11 años? 11 largos años… 11 años de adultez nos separan de aquellos sueños, donde hemos bebido el amargo trago de la realidad, y el yugo ha deformado nuestras esperanzas y ha empoderado otros anhelos… ¿anhelos de viajes, árboles, tierra mojada, lluvia y playa? ¿O los habrán degenerado en materialismos, autos y casas sustentadas con un sueldo con más de seis ceros? ¡Ah! esa juventud, esos sueños que en mi calaron hondo y han resistido incólumes al paso de los años y la degradación de la vida de esclavitud en un sistema que absorbe energías, caduca los sueños y los convierte en una simple fórmula con la cual sabes si sobrevives o no a fin de mes.

De todo corazón, a todos esos sueños de juventudes, a todas esas ideas revolucionarias que dan forma a una cultura e ideales, les doy un acápite en el cual les ansío vuelvan a ser trascendentales en esta vida, ya que son la revolución que detiene la corrupción de nuestros corazones, nos devuelve la compasión y los ánimos de ser mejores.

Gracias por haber compartido esos momentos, hoy con nostalgia los recuerdo en una melodía.

Son las 9.05… hay que ir a trabajar, a servir.